domingo, 2 de diciembre de 2012

Querido diario

Noche 1: Ayer me despedí de esas tardes en la playa, para volver al blanco de las paredes de mi habitación, del viento de la costa para reencontrarme con el calor de capital. Me despedí del sonido de las botellas chocando, para recordar el sonido de tu voz. Ayer me despedí de las noches estrelladas de capital, para volver a las noches en vela en mi habitación. Noches como ésta.

Noche 2: Nada cambió. Acostumbrada a evitar el tema, tapar heridas y disimular el dolor, no entiendo por que ahora no puedo controlar mis ganas de vos. Mierda, no tenes ni idea de lo que me costó juntar todos los pedazos de mi orgullo roto y volver a unirlos a cuestas de almohadas mojadas y noches en vela. Noches como ésta.

Noche 5: Cuento los suspiros por minuto. Demasiados. Mierda. Tonta, tonta, tonta. Yo que me creía tan fuerte y ahora me siento patéticamente débil en noches como ésta.

Noche 9: Hoy me hablaste. Me dijiste que querías verme ¿Y ahora qué? Llevo horas tirada en la cama repitiendo tu sonrisa en mi mente una y otra vez, con los dedos entrelazandose a medida que tu recuerdo se hace mas vivido y veinte nudos en el estómago. Me estoy acostumbrando al insomnio de noches como ésta.

Noche 12: Te extraño, y me odio por eso. Ya no me queda orgullo ni dignidad que me protejan de vos. La luna brilla increíblemente, a pesar de estar allá arriba sola. La admiro. Ahora la luna se ríe de mí, y yo me río de mis ganas de abrazarte en noches como ésta. 

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