martes, 7 de agosto de 2012

Crónica de una ciudad sin subtes


Hoy salí de mi casa preparada para encontrarme por la calle a mucha gente malhumorada y apurada por la falta de subtes. Pero en cuanto puse un pie en la calle me atormentó la demencia que flotaba por los aires. La gente está loca. Corrían por todos lados, discutían con otras personas por cualquier idiotez, se enojaban porque había que hacer fila para cargar la sube, se enojaban porque los colectivos venían llenos y tenían que ir parados. Yo también debía cargar mi sube, así que me dirigí al kiosco 'No nos queda carga, probá en otro o volvé mas tarde'. Segundo kiosco, fácil 18 personas adelante mio, decidí ser paciente y poner la mejor cara de tranquilidad a ver si la gente a mi alrededor se contagiaba. Eso jamás pasó. La gente, impaciente, empezaba a golpear el pie contra el piso, a suspirar fuerte y alguno se dió el tupé de decir 'Mi hija de 3 años carga mas rápido una tarjeta'. Yo si era la señora kiosquera le tiraba con algo, por ser tan desesperante. El nivel de demencia de la gente llega al punto de cargarle 200 pesos a la tarjeta sube por miedo a que aparezca un paro de cargamientos de tarjetas y tenga que pagar mas caro el boleto. Después que pude cargar mi tarjeta, me fui caminando despacito a la parada del colectivo, fui despacio porque tenia tiempo. Pasa un colectivo y no frena. Pasa el segundo y tampoco frena. El tercero frena, pero yo ya llegué 15 minutos tarde. No importa, la profesora supo entender porque a ella le pasó lo mismo. Terminada la clase, que por cierto me dejó de cama, me dispongo a volver a mi hogar. No estoy exagerando cuando digo que pasaron 9 colectivos y ninguno frenó, algunos ni siquiera venían tan llenos. Un hombre atrás mio se encargaba de sacarles el dedo y de putear en un tono de voz muy elevado a todos los colectivos que seguían de largo, yo me reía mucho. Una vez que logramos subir al próximo colectivo, después de casi una hora de estar esperando, la gente estaba mas calmada, o estaban tan cansados de tanto estrés que ya ni siquiera se quejaban. Espero que estos días que faltan las cosas se tranquilicen y la gente se acostumbre a toda esta mierda, porque yo no los banco mas. Hago el cierre citando a una amiga mia que tiene mucho afecto por la sociedad: ' Ojalá se mueran todos mañana y se den cuenta antes de que son unos pelotudos de mierda.'

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