Si él se va no lo perdones. Si te deja cultiva bien tu odio. Nunca seas generosa en el olvido, si él se va. Si te deja no digas adiós o "Qué vamos a hacerle", no pidas perdón. No repases vuestras fotos y, mirándole a los ojos, regálale eterno tu odio. Si él se va no trates nunca de entenderlo. Maldice sus pasos. Nunca creas sus despedidas, sus promesas, su explicación. Y provoca llanto y dolor, que queme su conciencia como el sol, que el adiós le corte como una cuchilla. No te confundas, él es el asesino. Porque cuando él se va alguien lo esperará en la esquina. En otros brazos reirá con otras mentiras, dirá "Te amo, cuanto tiempo te he estado esperando". Y te olvidará, todo habrá muerto, y aquel verano nunca habrá sido vuestro. Para qué mentir, que él se lleve, aunque dure poco, tu odio para siempre.
Con un par de modificaciones para que encaje con la situación y así y todo ni siquiera siento ganas de odiarte, porque me parece que el odio es un sentimiento demasiado fuerte e importante para sentirlo con gente como vos. Ahora, quien iba a decir que ibas a ser tan cagón de estar con otra mina y ni siquiera decírmelo, de venirme a ver y pasar noches hermosas, eternas y al otro día volver y abrazar su cintura. Y lo que es aún peor, ¿Que ganaste hablándome solamente para contarme esto ahora, cuando ya no somos nada? ¿Te sentís bien sabiendo que seguís haciéndome mierda? ¿Te sentís bien al pensar la forma en la que me trataste? ¿Te gusta ser un hijo de puta y victimizarte cuando te lo dicen? Honestamente espero que seas feliz en esos brazos, porque los míos no te esperan mas.
Horrible el momento, no?
ResponderEliminarUn tropezón no es caída, se hace camino al andar.
Así que hay que andar, nada más.
Ojalá se te pase pronto, compañera.